En el 2009 tuve la oportunidad de ir a Mozambique a formar “formadoras de formadores”, una experiencia maravillosa. Imagínense, jamás había soñado con ir a África. Y por una misión oficial del Gobierno de Chile, y en nombre de la Agencia de Cooperación Internacional (AGCI), me embarqué en ese viaje.

Un dato relevante Mozambique en 1975 dejó de ser colonia portuguesa; la “guerra de liberación”, duró 10 años. Y desde entonces esta nación se reconstruye.

Con un portugués incipiente, preparamos con una compañera de Integra, Ximena Salazar, la formación que hiciéramos en dos ocasiones, durante ese año.

Yo ya tenía a mi primer hijo Alonso, quien se quedó con mi amada mamita, que hoy me acompaña en mi alma; y Leonardo, mi compañero y esposo.

Al llegar a Maputo, capital de Mozambique, nos encontramos con mujeres increíbles. Vimos una pobreza dura; y una belleza detenida en el tiempo, como si estuviésemos en los años 70. Vimos personas con mirada profunda y grandes sonrisas; en el momento que podían danzaban con el canto de Lenga! Lenga! Poco a poco fuimos comprendiendo el poder de la conexión con el cuerpo y el canto, como un gran catalizador de su energía ancestral.

Cada día y detalle, era para mí un aprendizaje majestuoso. Un día hicimos un taller para conversar sobre las experiencias que las mujeres han tenido, con las familias de los niños y niñas con quienes trabajan; y para ello, llevamos la clásica “pepona”, una muñeca de trapo larga y flaca, usada en los ochenta en Chile. Nosotras para hacerlo aún más pertinente, la vestimos con capulana (tipo de pareo clásico usado en Mozambique, con tela de combinaciones y estampado africano, muy colorido). El taller resulto muy bien.

Lo que fue para mí un aprendizaje poderoso vino después, cuando Yadira, una de las mujeres del taller, me pide llevarse la pepona a su casa, para terminar de arreglarla. Yo se la entregué gustosa. Al otro día llega con la muñeca, bien acinturada y con un”trasero gigante” y un “gran busto”, cuando me la devuelve me dice sonriendo y gentilmente, “ahora se parece a nosotras”; y eso fue increíble!!

Con este pequeño acto de la muñeca, resignifiqué lo crucial de leer las señales de las personas con quienes trabajamos, y el respetar el contexto; y lo importante de levantar las voces de las personas con quienes trabajamos. Para mí, quedó impregnada la grandeza de Yadira, quien me conmovió con su prudencia y honestidad, al respetuosamente darme una bella lección y esperar tener la solución de su idea, para entregarla en mis manos.

¿cuántas veces tus actos hablan por ti misma?, ¿cuán prudente eres en tu vida al saber que tienes razón en una situación?, ¿qué te regala la prudencia en tu vida?